“Se puede vivir sin pensar”.
Julio Cortázar.
Al igual que en los espejos de los coches, en la vida existe un ángulo muerto. Un punto de fuga donde las perspectivas presentes desaparecen y la visión resulta un ejercicio completamente imposible. Es un espacio diminuto, pero puede convertirse en causa directa de un accidente mortal por la ceguera que sobreviene si su tamaño se torna excesivo. Un peligro similar amenaza a Sevilla, sólo que su particular ángulo muerto es la estampa que, entre todos, aunque unos más que otros, hemos construido para poder expresar nuestra identidad.