A la corriente de poder interno del PSOE de Sevilla en la que milita la consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, hipotética –ma non troppo– sucesora inminente de Griñán, se le han atribuido distintas etiquetas que han ido cambiando con el tiempo a medida que mudaba de sitio con el objetivo evidente de fundar su propio linaje dentro del partido. En sus inicios se la situó en las filas marciales del caballismo, aquella religión laica que lideraba el histórico socialista Pepe Caballos, hasta 2004 referente único de los socialistas sevillanos.
Archivo de junio 2013
El caballero desesperado
Caballero viene del latín caballarius. Es el término que define a aquel que cabalga, ya sea a lomos de un rocín o de una mula. Igual da. La palabra se aplica también a las personas obstinadas que no se dejan persuadir. Éstos son los denominados caballeros en propósito, en empeño, en porfía o en opinión. Como la montura es lo que da nombre al personaje completo, el sustantivo se usa como sinónimo para los rasgos de nobleza. La hidalguía, que se decía en la España del Siglo de Oro; donde carecer de montura era una desgracia. Quizás por eso, porque sin el pedestal equino algunos se sienten como si les faltara algo, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ha decidido que él va a seguir montando a lomos de su propio corcel. Literal y metafóricamente.
Apuntes de la Sevilla tribal
La política no es inocua. Deja cadáveres dentro del armario. Cuando de repente salen de lo profundo algunos los reciben con sorpresa. No sé muy bien los motivos. Desde Maquiavelo sabemos que la mayoría de los gobernantes prefieren que los teman a que los quieran, cosa que en su fuero interno ven como una debilidad. En los deseos no se manda. Y el rechazo no es sino un deseo altamente perjudicial que llamamos odio. Hace más daño a quien lo siente que a aquellos que lo reciben, pero, sorprendentemente, en esta sociedad tan políticamente correcta todavía provoca cierto escándalo.
Las facturas de Zoido
Pues sí: lo mejor estaba por llegar. Y parece que viene de camino. La imagen política del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ha empezado a hacer aguas a los dos años justos de su mandato como regidor por culpa de un asunto altamente delicado: su honorabilidad.
El fin de la comedia
Tengas pleitos y los ganes, dice el refrán. Es justo lo que ha ocurrido. El Ayuntamiento de Sevilla ha vencido en el litigio judicial que desde 2006 mantenía con el Gobierno central por el control patrimonial de los terrenos del antiguo cauce fluvial de Los Gordales que, entre otros usos, permiten a la ciudad ubicar allí desde hace décadas el recinto de la Feria de Abril. La ciudad efímera de todas las primaveras.