Tener un discurso literario consiste, entre otros factores, en provocar extrañamiento. El escritor es el estilo y el estilo debería diferenciar al escritor de los meros redactores de palabras, escritos, artículos de opinión y aficionados a pasar a la inexistente posteridad contándonos su vida bajo el castigo de una novela primeriza. El estilo es un ritmo mental. Está dentro de la cabeza y, a veces, sale de paseo por el folio en blanco. Escribir es contar de forma personal, unívoca, distinta, limpiando el idioma de las expresiones comunes o haciendo con éstas el milagro de resucitarlas.
Archivo de noviembre 2015
Santuarios
Si uno fuera un profeta perdido en el Monte Sinaí, destino que el cielo ha tenido la infinita bondad de alejar di mezzo del cammin di nostra vita, diríamos, sin exagerar un punto, que el grado de maldad de la civilización contemporánea tiene su metáfora más perfecta en los calendarios. Los dietarios están llenos de efemérides dedicadas a conmemorar las cuestiones más peregrinas. Algunas son nobles, quién lo duda; otras resultan obvias e innecesarias.
La Noria del sábado en El Mundo.
Idus de Enero
“Aquí las sonrisas son puñales”, escribe Shakespeare en Macbeth, crónica de un sangriento asesinato regio. Si es cierto, como dijo Marx glosando a Hegel, que la historia se repite primero como tragedia y después como farsa, la guerra civil entre Susana Díaz y Pedro Sánchez ha llegado al punto exacto de maduración para empezar a replicar, en clave indígena, la tragedia del castillo de Inverness al modo de una comedia bufa.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.