El sueño ha terminado. Podemos abandona definitivamente la regeneración transversal y se convierte en una fuerza neomarxista. Ellos, obviamente, no lo cuentan con estos términos. Tienen los suyos: hablan de construir un bloque político basado en el Poder Popular, concepto cuyo sentido no llegamos a entender por completo pero cuya orientación intuimos con cierta inquietud. Todos los poderes populares de la historia han terminado degenerando en caudillajes que, amparados en la representación ficcional del pueblo elegido, pretendieron adecuar la sociedad a sus deseos, que no es exactamente lo mismo que cambiar el mundo.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.