Los periodistas somos como los trapecistas: hijos de lo efímero, además de (según algunos) resultado directo de otras maternidades no siempre nobles. A decir verdad, en este oficio existen dos estirpes: la de quienes no dejan jamás de jugar sobre la fragilidad del alambre –el buen periodismo requiere una extraña mezcla de prudencia y riesgo, sobre todo en tu propia casa– y aquellos que antes de poner una letra delante de otra prefieren curarse en salud y caminar por el sendero convenido, tan ajeno como inofensivo. Por si acaso. Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona 1939-Bangkok 2003) era de los primeros. Y procuró a lo largo de su dilatada trayectoria –cuatro décadas estuvo escribiendo en prensa– no llegar nunca a parecerse a los segundos, a los que quizás otorgarles la condición de periodistas sea un acto de benevolencia.
Archivo de julio 2017
La oligarquía de los funcionarios
Andalucía es una corte peronista. Y cualquier corte, como escribió Josep Pla, se compone de dos elementos: los de arriba y el pueblo; en este caso formado por un mar de contribuyentes indignados. Ante la falta de capacidad para solventar los severos problemas de la patria, los próceres de la autonomía –que es sólo suya– han decidido hacernos pasar un verano efervescente y, con julio cumplido, se sacan de la manga un debate sobre la jornada de los empleados públicos, con los que todos estamos superlativamente contentos. Como los docentes disfrutan ya de su primer mes de vacaciones –les queda aún un agosto solemne–, las consecuencias las estamos notando en el ámbito sanitario, germen de la sucesión de mareas ciudadanas en contra del susanato, que sólo suministra trigo a su particular grey.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
Pérez & Pérez
En el PP de Sevilla –dicen– corren tiempos de renovación. O quizás no. Depende de cómo se mire. Empecemos por los hechos: la presidencia del partido está ahora en manos de una mujer -Virginia Pérez- y, como auguramos aquí en su día, la portavocía municipal ha recaído, sin dejar espacio alguno a la sorpresa, en el concejal Beltrán Pérez. Los dos Pérez lideran una organización que en los dos últimos años ha desperdiciado todo el patrimonio político acumulado históricamente, aquel que les llevó hasta en dos ocasiones a la Alcaldía y durante un tiempo les hizo soñar con la conquista de San Telmo. Las caras han cambiado. Es verdad. Los cospedalistas están ahora en minoría y los arenistas recuperan posiciones internas.
La Noria del miércoles en elmundo.es.
Los engaños cotidianos
El célebre mito de la sanidad pública española comienza a llenarse de sombras. Un informe del Sistema Nacional de Salud, hecho público esta misma semana, certifica que las listas de espera quirúrgicas sumaban en nuestro país a finales de 2016 más de 614.000 pacientes, un 11% más que un año antes. El tiempo de espera para entrar en un quirófano a someterse a una intervención que no fuera urgente –las más numerosas– ascendía a 115 días, cifra que cada semestre evoluciona a peor. Las citas con los especialistas, necesarias para resolver muchas dolencias corrientes, tardan 72 días, un 24% más que doce meses antes. La situación no es idéntica en todas las regiones –Cataluña es de largo uno de los territorios con el tiempo de demora más alto, fijado en 173 días de espera para una operación– pero refleja un común denominador: los servicios sanitarios públicos cada vez son más ineficaces. A los privados les sucede igual: cobran primas más altas y dan peor asistencia. La única diferencia es que los primeros son de pago obligatorio mientras que los segundos son una opción voluntaria.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
Fouché: la política como asesinato
Fue uno de los políticos más insultados. Y, quizás justo por eso, de los más hábiles a la hora de usar las cartas a su disposición en el juego, siempre voluble, del poder. Nadie neutro puede ser objeto de tan intensa crueldad ajena. En política, igual que en la vida, sólo se odia con verdadera dedicación a aquellos capaces de quebrar la imagen que uno ha construido sobre sí mismo, aunque el procedimiento consista en poner un espejo delante del propio rostro. Ante determinadas personalidades, no existe peor afrenta.