Borges presenta muchas analogías con Homero. Demasiadas para no sospechar. Ambos eran poetas. Ambos se quedaron ciegos. Y ambos fueron considerados por la posteridad, esa juez inmisericorde, dos sabios de su tiempo. La gran diferencia entre ellos, sin entrar en cuestiones estilísticas ni en circunstancias de espacio y tiempo, es que el primero existió en realidad mientras que la presencia del segundo sobre la Tierra es una suposición. Una convención cultural. Perfectamente podría haber sucedido que Borges no fuera más que una proyección irónica de Homero, una reencarnación secreta para la posteridad. El cambio de nombre entonces era obligado. Para despistar. Y porque en la Argentina, que este año es el país invitado al Líber, la onomástica homérica se reserva para los letristas de tango, como Manzi.
Archivo de diciembre 2017
El circo sin pan
Gracián, que era un tipo ingenioso y barroco, decía que la vanidad del mundo nunca dice basta. Habría que añadir que tampoco es amiga de la verdad. La presunción de eficacia, a la que tan proclive es Su Peronísima, alteza plenipotenciaria, supone un acto de inmodestia. Son los demás los que deberían considerarnos eficaces, nunca nosotros. Pero el sentido de la prudencia no cotiza mucho en la República Indígena, desde donde la Querida Presidenta ha respondido a la carta de Montoro sobre la violación de la regla del gasto diciendo que su gobierno cumple con el déficit y que Andalucía, en materia presupuestaria, es una réplica de Alemania. Nos llama la atención el verbo empleado por la Reina de la Marisma: cumplir. Implica la existencia de una deuda que debe ser saldada. Es una curiosa forma de entender la política: lejos de los principios y más cercana al ámbito mercantil. El negocio del peronismo rociero consiste justamente en esto: prometer cosas a los amigos y cumplirlas a nuestra costa.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
La Sevilla mendicante
Se atribuye a Mozart, el prodigio de Salzburgo, una frase que rubricaría cualquier sindicalista: «Si el emperador me quiere, que me pague; estar cerca de él es un honor que no me alcanza». El músico austriaco, no cabe duda, era un genio. Los sevillanos, en cambio, somos unos desgraciados. Nos perdonarán ustedes la franqueza, queridos indígenas, pero lo decimos sólo porque todavía existe entre nosotros quienes creen vivir en la mejor ciudad del mundo, capital envidiada por su alegría y bienestar (no añadimos más adjetivos porque nos saldría un villancico). La Sevilla oficial despide estos días el año con bombillitas full, comercios a tope, belenes vivientes patrocinados, hoteles llenos y zambombas rocieras por las esquinas.
La patria ‘trucha’ de Iceta
Borges, que comenzó escribiendo poemas en los que exaltaba a su estirpe familiar, poblada de supuestos héroes de las guerras de la independencia argentina, pero a la hora de la verdad eligió Suiza como última morada, dejó escrito que la patria es un acto perpetuo. Tal parece ser en Cataluña, donde Iceta, el líder del PSC, ha mostrado las cartas marcadas de su campaña electoral para atraerse los votos del nacionalismo moderado, suponiendo que tal posición política exista tras la división social provocada por el difunto prusés. El candidato socialista, al que algunos adjudican una supuesta maniobra para presidir la Generalitat merced a una hipotética alianza con ERC y los comunes, que sería presentada como una vuelta parcial al redil de los republicanos, ha reclamado la condonación de parte de la deuda de Cataluña (52.499 millones de euros) y la creación de un sistema de cupo fiscal, aunque sin llamarlo por este nombre, que permitiría al Govern recaudar todos los tributos de su territorio.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
El ‘annus horribilis’ de la Reina
El 2017 ha sido el ‘annus horribilis’ de Susana Díaz. Empezó con la presidenta de la Junta en la cima de una montaña rusa. Gobernaba en el Sur y su voz tenía influencia en Madrid. Pero, tal y como advierte Nicanor Parra en un antipoema, su viaje político hacia la cumbre terminó meses después con ‘Su Peronísima’ echando sangre por boca y narices. Metafóricamente hablando, por supuesto. Un final nada extraño, en realidad. La ley de la gravedad sigue un principio exacto: todo lo que en un momento dado asciende en exceso, igual que los globos llenos de gas de las ferias, antes o después desciende. Y a veces lo hace de forma violenta.
Un análisis dominical para El Mundo.