El peronismo rociero tiene un extraño sentido de la ironía a la hora de ponerle nombre a sus consejerías. No sé si para Ramírez Arellano (Antonio) es peor presentarlo como consejero del Conocimiento o que lo esté investigando el TSJA por prevaricación. Puede que ninguna de ambas cosas, si relatamos algunas de sus hazañas al frente de la Hispalense, cuyo rectorado abandonó, a pesar de la caricia de los terciopelos almagrados, en horas veinticuatro el mismo día que recibió la llamada de Ella, que llevaba años esperando.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
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