“Todas las desgracias de los hombres se deben a no hablar claro”, escribió Camus en La peste, cuyas ventas han aumentado estos días en proporción similar a la extensión de la pandemia del coronavirus, que ya ha modificado nuestras costumbres y amenaza con derivar en una crisis sanitaria y económica que probablemente cambiará la Europa post-Brexit. La epidemia aumenta en función de la tardanza de los responsables políticos en reaccionar. Al temor social, comprensible por la ausencia de un centro político de decisión único, se suma en esta ocasión el pánico de los gobernantes a tomar decisiones preventivas por su supuesta impopularidad. En el Sur de España, que a su vez es el Mediodía de Europa, el fenómeno adquiere rasgos sorprendentes: nadie se había tomado la molestia de articular una respuesta preventiva ante un desafío sanitario que va a poner a prueba el sistema público de salud –muy deteriorado tras un lustro de recortes– y afecta ya a los dos principales motores económicos de Andalucía: el consumo y el turismo. El Gobierno autonómico estaba en otra cosa: el mismo día en el que los acontecimientos daban un giro (a peor) en la extensión de la epidemia, seis consejeros de la Junta presentaban en sociedad un decreto cuyo fin –según la versión oficial– es reducir la burocracia y liberalizar al máximo la economía del Sur, entre otras medidas prescindiendo de los controles sobre la actividad urbanística y liberalizando la actividad comercial, ligada, en territorios como Málaga, a la importante afluencia turística.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
Deja una respuesta