Borges tiene un poema donde, citando a Crátilo, discípulo de Heráclito (el oscuro) y maestro de Platón, afirma que el nombre es el arquetipo de las cosas. “En las letras de rosa está la rosa”. La idea es hermosa y exacta, excepto en la Marisma, donde constatamos de nuevo la infalibilidad –disculpen la inmodestia– de nuestra teoría del escabeche. Lo decimos porque la consejera de Igualdad, conocida mundialmente por su colosal gestión en las residencias de ancianos durante la pandemia, ha anunciado que va a impartir en los colegios e institutos un catecismo para que los varones (en edad escolar) comulguen con conceptos como la “masculinidad igualitaria” y la “justicia de género”. Quiere enseñarles el modelo de hombre que deben aceptar para no ser tachados de machistas por los nuevos puritanos (de siempre). La noticia es inaudita. Denota hasta qué punto el Quirinale se ha convertido en otro PSOE y evidencia las razones por las que los ultramontani se están consolidando, según los sondeos, como tercera fuerza política de la Marisma.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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