El parlamentarismo indígena no es estrictamente un arte, sino un pasatiempo excelentemente pensionado. En la Marisma, donde como dejó dicho Guerrero (Francisco Javier), difunto señor de los ERE, las cosas siempre se han hecho pormisco, no es necesario poseer el don de la palabra. No. Basta tener capacidad de influencia, una pandillita que te sostenga toda tu vida –aunque te someta– y algo que ofrecer (a los que colaboran con quienes colaboran). La oratoria es innecesaria porque aquí no importa argumentar, sino manejar el presupuesto. En este contexto, un personaje como Fran(cisco) Carrillo (Córdoba, 1981), portavoz adjunto de Cs y, hasta la pandemia, senador en Cortes, es una perfecta anomalía. Pues bien, este diputado ha tenido esta semana su minuto de fama después de proclamar, desde el atrio sagrado del autogobierno, aquello de “Señorías, estoy hasta los cojones de todos nosotros”, la frase de Estanislao Figueras, presidente de la I República (1873).
El Bestiarium en El Mundo.
Deja una respuesta