Nunca es tarde si la dicha es buena, pero reconocer una evidencia, más que una virtud, a veces resulta obligado: no se puede disimular indefinidamente. Nuestro alcalde, Juan Espadas, tras más de un año en el cargo, y en pleno periodo electoral, momento en el que los políticos indígenas suelen darse a la autoindulgencia sin contención, ha admitido que «la imagen de la Policía Local no es satisfactoria», verbalizando así lo que todos sabemos desde hace lustros. Reparen ustedes, sin embargo, en los matices: el regidor admite que lo que no pasa por su mejor momento es «la imagen», no tanto la policía; lo cual reduce la cuestión a un juego de máscaras al acotar el problema al ámbito de la comunicación -la propaganda- para alejarlo de la gravedad de ciertas prácticas vigentes en el cuerpo local de seguridad.
La Noria del sábado en El Mundo.
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