¡Aleluya, marismeños! ¡Vivimos (con alegría) el tiempo del Adviento! Y, como marca la tradizione, estamos (absolutamente todos) expectantes ante lo que nos deparará esta Navidad de veinte grados a la sombra que no es obra del cambio climático, sino resultado (indudable) de que el cambio (sin cambio) es un hecho en la República Indígena. ¿Piensan que lo decimos con ironía? En absoluto. Lo creemos con fermezza. Todos los indicios, igual que las estrellas que anunciaron en el cielo el nacimiento del Redentor, lo corroboran. ¿Se han fijado, sin ir más lejos, en la felicitación navideña del Il Quirinale? Es una obra de arte: fondo inmaculado con, a siniestra, una imagen de la Adoración de los pastores de Murillo del Museo de Bellas Artes y, a diestra, un lema entrañable: “Feliz Navidad y Feliz Año 2020 en una Andalucía mejor para todos”. Bajo el mensaje, la firma del Reverendísimo, del que sospechamos que en la escuela era un lince con los cuadernos de caligrafía, a tenor de su extraordinaria capacidad para trazar hasta cuatro líneas horizontales, cuatro, bajo su nombre. Más clásico, imposible.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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