Los impuestos son igual que una calle llena de coches aparcados: sólo te das cuenta de su dimensión cuando alguien prohíbe aparcar. En este caso, cuando pagas los tributos sabiendo exactamente lo que haces. Conocer es sufrir, lo mismo que escribir sigue siendo llorar, como dejó dicho Larra. Estamos en plena campaña de la renta -el atraco es cotidiano, pero tiene sus momentos estelares- y, en simultáneo, sufrimos con creciente intensidad el maldito déjà vu de la campaña electoral, en la que los mismos prometen lo que saben que no cumplirán y nos venden un pescado que cada día está más podrido. Un mínimo sentido de la piedad, esa virtud tan cristiana, aconsejaría no haber repetido la campaña electoral, ya que ir a una segunda vuelta de las generales se tornó inevitable.
Las Crónicas Indígenas del viernes en El Mundo.
Deja una respuesta