A estas alturas auguramos, con cierto margen de error, pero convicción creciente, que el dúo del Quirinale disfruta de sus últimos días dorados en San Telmo. El amor entre ellos no ha cesado; lo que se agotó es el crédito -generoso en extremo- y, en el caso del Adelantado, envidia de las academias, los votos que no van a regresar nevermore, como en el verso de Poe. En esta historia también hay un cuervo, pero es metafórico: la sanidad en la Marisma, inservible como escaparate electoral y herida tras infinitas muertes. La estocada se la dieron hace ahora ocho años los socialistas, que denuncian con hipocresía una privatización que, de momento, no existe. Importa poco: la genial idea de los escabechistas de no reformar la Junta para evitarse conflictos con los paralelos amenaza con conducirlos al precipicio.Cabe formular así el problema: «Si no cambias la estructura del gasto de la autonomía, electoralmente, estarás o muerto o camino del camposanto».
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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