No figura en la agenda política inmediata, pero es uno de los grandes problemas sociales de España. La OCDE hizo público hace una semana un informe que desvela que un tercio de los jóvenes entre 25 y 34 años –el concepto juventud se extiende hasta el infinito en un mundo que deja morir a sus viejos y considera un mérito la adolescencia perpetua– carecen del título de bachillerato o de cualquier equivalente profesional. El diagnóstico establece una obvia vinculación (negativa) entre esta ausencia de formación y la dificultad para trabajar. En una era donde la idea misma de empleo –una ocupación estable que permita sobrevivir– ha pasado a la historia, este diagnóstico no es que no sea bueno. Es que es un augurio fatal.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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