Carlos Mármol se incorporó como periodista al equipo fundacional de Diario de Sevilla (Federico Joly y Cía) en el mes de enero 1999 como jefe de área en la sección local, donde se encargó durante la etapa de lanzamiento del periódico de coordinar toda la información de la ciudad hasta 2004. Ese mismo año fue nombrado jefe de la sección de Sevilla [Ciudad + Provincia], que dirigió durante un año. En 2005 se le encomendó la coordinación editorial de los contenidos locales y culturales del periódico como Redactor Jefe, labor que ejerció hasta 2008. En esa fecha pasó a formar parte el equipo de alta dirección del diario en calidad de Subdirector.
Durante estos años, además de las tareas directivas, ejerció como editorialista y articulista del periódico. Además de coordinar la información diaria, dirigió suplementos especiales (Diez años de la Expo 92, Sevilla Metrópolis), publicaciones editoriales (Páginas de Arquitectura) y coordinó la sección de grandes análisis del periódico (En Portada), donde escribía fundamentalmente de política y urbanismo. Sus trabajos de investigación se publicaron con el título genérico de El Dossier. Durante los catorce años que estuvo en el periódico escribió semanalmente, y en determinados periodos casi a diario, la columna de referencia sobre la actualidad de Sevilla [La Noria]. También ha sido cronista político durante los diversos periodos electorales [Cuaderno de Campaña], así como autor de una serie de entrevistas de autor a personajes de la vida cultural de Sevilla [Entrevistas Impertinentes].
BIENVENIDOS A LA LIBERTAD
Carlos Mármol y Juan Luis Pavón, dos de mis subdirectores fundadores de Diario de Sevilla junto conmigo, han sido despedidos por el Grupo Joly además de otros compañeros en aquella gran aventura periodística de 1999, convertida hoy en pálida sombra de lo que fue. Ellos han pagado también el precio por su independencia y por mantenerse fieles a la idea original con que nació el periódico, al que desde dentro y desde fuera han ido desvirtuando con el paso del tiempo. No obstante, su obra habla por ellos mejor que nadie y está ya en las hemerotecas para que quien tenga ojos, que vea. Doy a estos dos grandes periodistas, los mejores con que he trabajado nunca, la bienvenida a la libertad y recomiendo la lectura del blog que Mármol ha abierto en Internet con esta primera entrada titulada La risa en los entierros. Gracias, Carlos, por todo lo que diste al proyecto original de Diario de Sevilla a lo largo de catorce años de tu vida y por lo mucho que aún aportarás al periodismo, sea en la trinchera en que sea.
Manuel Jesús Florencio. Director-Fundador de Diario de Sevilla. [Diciembre 2012].
LA RISA EN LOS ENTIERROS
La vida es lo que te pasa por delante mientras haces el periódico. Un buen día el diario que siempre habías querido desaparece (aunque siga publicándose; esto ya es lo de menos) y te quedas solo, desnudo frente a la vida, tan ancha como ajena. Da cierto vértigo. Aunque mirándolo despacio, con sosiego, la inseguridad repentina nos regala una grata enseñanza: la existencia y la libertad valen más que cualquier periódico. El problema, de cualquier forma, no es del mundo. Nunca lo es: el mundo siempre ha sido así. El problema sólo es de uno. De nadie más. Por otra parte, el pecado original resulta a todas luces imperdonable: no debe quererse como si fuera algo propio aquello que en realidad siempre fue ajeno. Es un lujo que uno no puede permitirse ni en el orden espiritual. Aunque sin experimentar por lo menos una sola vez en la vida este noble sentimiento no es posible construir nada perdurable. Puro. Auténtico. Mucho menos un diario, que debe ser el espejo de la realidad.
Al cabo, hay que darle la razón a Dylan:
“En la vida no existe ningún orden moral. La moralidad aquí no tiene nada que ver. Existen la virtud y la bajeza. Punto. El poder se basa en la fuerza bruta: haces lo que otros te dicen, quienquiera que seas. Si no pasas por el aro estás acabado”.
Y, sin embargo, es necesario desobedecer. Hacer lo que crees. Decir lo que piensas. Ser tú mismo. Es la única manera de no traicionarte, aunque para ello caves tu propia tumba y, al terminar el agujero infinito, al que casi te cuesta verle el fondo, te recuestes satisfecho sobre la tierra, generosa y húmeda, y sonrías frente a los que aún te miran sorprendidos porque en mitad del duelo no entienden, ni entenderán nunca, que ciertas variantes azules de tristeza pueden ser fértiles. (…)
Hace casi catorce años un grupo de locos fundamos un periódico en una ciudad donde no se lee, en la que la cultura se desprecia con el entusiasmo que sólo permite la ignorancia y la pertenencia a los falsos linajes se valora mucho más que los méritos individuales. Una gesta. Fue un periódico que, como dijo su fundador, el mejor periodista que he conocido y conoceré, pretendía caracterizarse más por lo que diría que por lo que callaría. Un periódico con una voz propia. Honorable.
Carlos Mármol. La risa en los entierros. [Diciembre 2012].