Los políticos sevillanos son poco originales. Cuando suenan las campanas electorales, que para unos tocan el tañido del Apocalipsis y para otros entonan la fina melodía de una ópera donde se ven como únicos protagonistas estelares -los tenores de todas las arias-, sus agendas se llenan de actos, visitas, discursos y encuentros en los que nos cuentan sus bondades, dicen que han hecho todo lo que está en sus manos por nosotros -dejándose la piel, por supuesto- y nos instan a confiar de nuevo en ellos con el argumento más peregrino.
La Noria del lunes en El Mundo.
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