Nada bueno podría traer la estampa de Salvador Illa rindiendo honores al Zero Honorable (Jordi Pujol) en el Instituto de Estudios Catalanes durante la presentación –por supuesto, campanuda– del pacto por el catalán con el que el presidente de la Generalitat cumple con la obediencia debida a la obstinada agenda nacionalista que le ayudó –dada la falta de una mayoría propia– a ocupar Sant Jaume a cambio de entregar la libertad –“divino tesoro que te vas para no volver”– de gobernar sin ataduras. Illa no podrá esta vez poner su famosa cara de yo no he sido. No hace ahora ni un año –la efeméride se cumplirá en septiembre– que el jefe del PSC invitaba al antiguo patriarca de Convergencia a su despacho oficial y, en señal de sincero vasallaje, lo rehabilitaba moralmente, aunque en la figura de Pujol sea imposible conciliar la ética con la estética y el buen gusto con la ejemplaridad. “Es igual”, como dice siempre el mestre Josep María Cortés. Había que hacer lo que había que hacer y se hizo. Y volverá a hacerse cuantas veces sea necesario. ¡Vivan las cadenas!
Los Aguafuertes en Crónica Global.