Las leyes indígenas son como el revólver con el que los poetas futuristas jugaban a la ruleta rusa: cuando menos te lo esperas, te dispara en la cara. La globalización, la fase postrera de la posmodernidad, nos había prometido el progreso lineal de las sociedades abiertas. Los cementerios de la decepción están llenos de proclamas tan utópicas como los manifiestos de las vanguardias, más solemnes cuanto más efímeros.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
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