Desconocemos si entre quienes susurran consejos al egregio oído de Pedro I, el Insomne, presidente del Gobierno gracias a los votos del Napoleón de Waterloo, ese apóstol del lawfare, prófugo de la justicia y jerarca de una república (todavía) inexistente, últimamente convertido en la representación misma, según el PSOE –aunque el verdadero copyright sea del PSC–, del progresismo independentista (oxímoron), habrá algún devoto de las películas de Jean-Luc Godard. Pero lo cierto es que esta legislatura de la amnistía, que será tormentosa y breve, aunque no tanto como desearía Feijóo, se parece mucho a aquella mítica película con la que debutase el cineasta: À bout de souffle. Un título (francés) que puede traducirse indistintamente como Al final de la escapada o Sin aliento. Para los devotos del Insomne, que igual que los peronistas –según decía Borges– lo son porque alguien les paga por serlo, el presidente del Gobierno, que no ganó las elecciones pero ha sido elegido mediante el procedimiento fenicio, antítesis del parlamentarismo sincero, es la viva imagen del joven Jean Paul Belmondo, un héroe malote y perverso.
Los Aguafuertes en Crónica Global.