«El cáncer del tiempo nos está devorando». Lo escribió Henry Miller, uno de los grandes líricos de la vulgaridad. Como cualquier gran poeta moderno que se precie, Miller escribía en prosa. Su primera ópera, el Trópico de Cáncer, dedicada al paralelo que señala el inicio de la extensa zona equinoccial donde nacen los famosos trópicos utópicos, los tristes trópicos de Lévi-Strauss, es un canto salvaje a la partitura secreta de la vida, una sinfonía imperfecta que casi siempre rubrica el caos. Tras escucharla, la sensación se convierte en certeza. Sobre todo, a partir de los cuarenta: un año empieza a contar como una década, dos pesan lo mismo que varios decenios.
La Noria del sábado en El Mundo.
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