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Disidencias

Cristóbal Colón o los secretos de la efigie del Almirante

carlosmarmol · 16 agosto, 2025 ·

Saber demasiadas cosas de un personaje en ocasiones equivale a ignorarlo casi todo sobre él. La información no es siempre conocimiento. Quien conoce a alguien en exceso puede no reparar en lo esencial: la forja del carácter individual que, tras muchas lunas y soles, fue construyéndose primero, y deshaciéndose después, con la suma de sus días y de sus noches sobre la Tierra. Sin duda, es el caso de Cristóbal Colón. ¿Quién ignora que fue el descubridor de América? ¿Cómo olvidar que, igual que Jesucristo, la Historia Universal puede dividirse en antes y después de su existencia?  Y, sin embargo, es tal la cantidad de biografías, estudios, cuentos y fábulas que se han contado –y siguen contándose– sobre su persona desde 1492, el año que le pertenece en los anales de la Eternidad, que es una misión difícil, por no decir imposible, resumir su imagen a lo estrictamente cierto. ¿Cómo fue el marino al que la monarquía castellana apoyó, concediéndole privilegios tan asombrosos como imposibles de respetar, para navegar hacia el Oeste en busca de las riquezas y las especias sacras de las Indias? 

Las Disidencias en The Objective.

Muñoz Molina lee ‘El Quijote’

carlosmarmol · 25 julio, 2025 ·

Con El Quijote sucede lo mismo que con algunos obituarios que leemos de vez en cuando en los periódicos. Existe gente que, a la hora de hacer el correspondiente elogio fúnebre (o la censura, que de todo hay en la larga historia de este género), subraya tanto los méritos como los títulos de nobleza del finado, a modo de último homenaje a su figura. Después están aquellos otros que, incapaces de sujetarse a sí mismos, dedican unas breves líneas al muerto para, sin empacho ni apuro, ponerse a hablar de sí mismos, con alguna mención circunstancial sobre el deceso, de modo que la despedida de quien ha pasado a mejor vida se convierte así en una obscena autoreivindicación que confunde lo esencial con lo accesorio. El Eclesiastés, uno de los innumerables libros de la Biblia (cosa que aclaramos de forma preventiva e irónica: en estos tiempos nadie sabe bien quién puede ser su lector), ya advirtió hace siglos del demonio de la vanidad: Vanitas vanitatum, et omnia vanitas. Lo hacía en vano, por supuesto, porque a la hora de coger la pluma o de acercarse a un micrófono más pronto que tarde termina manifestándose el egocentrismo.

Las Disidencias en Letra Global.

Manual de filosofías pedestres

carlosmarmol · 18 julio, 2025 ·

Acaso la culpa la tuviera el Romanticismo, que en contra de la Ilustración, su inmediato precedente, instauró al individuo como único patrón para juzgar el arte de la modernidad más temprana, elevando así al sujeto a la cima del Parnaso e identificando la subjetividad como única poética, pero lo cierto y verdad es que el talento (literario) acostumbra a ser un hecho contagioso y la inteligencia es saludablemente promiscua. Se comprende bien cuando uno se topa con los grandes autores –Cervantes, Shakespeare, Borges, Goethe–, esas cimas que nos parecen inalcanzables. Ante ellos cualquier escritor no experimenta –o sólo sucede durante un breve instante– pánico ni siente el amedrentamiento de saberse incapaz de emularlos. Sucede lo contrario: la lectura de los clásicos –entiéndase esta categoría en todo su espectro– es lo que más anima a otro escritor a ponerse a escribir, con independencia del resultado. En literatura rigen las leyes del círculo virtuoso: los buenos escritores hacen mejores a sus lectores y a otros autores; los mediocres, en cambio, todo lo aplanan.

Las Disidencias en Letra Global.

El arte sonoro y las edades de la música

carlosmarmol · 11 julio, 2025 ·

“La música es el único placer sensual que no entraña un vicio”. Samuel Johnson (1709-1784), el único hombre de letras británico que ha merecido el alto honor de ser al mismo tiempo un individuo real y el personaje de una obra de ficción (la biografía escrita por James Boswell es una construcción literaria perfecta), juzgaba el arte de la creación de sonidos (y el posterior deleite de su escucha) como una forma del hedonismo en la que no está presente el carácter pecaminoso con el que la Iglesia justificaría, durante mucho tiempo, la prohibición y la censura de determinados hábitos humanos, especialmente la risa. La música producía un placer instantáneo que, al contrario de lo que sucede con otros, no era merecedor de condena. En realidad, la música no podía ser censurada: en su esencia, carece de un mensaje verbal explícito. Tampoco es, de partida, instrumento de ninguna doctrina o ideología, aunque esto no signifique que no atesore sentido. Los himnos, desde los pueblos sumerios a los Estados-nación, pasando por la fastuosa liturgia eclesial, han sido la forma más eficaz de expresar en público un sentimiento comunitario, pero esta convención social no deja de ser un añadido muy posterior y ajeno a su verdadera condición. La música, sencillamente, es música. “Et tout le reste” –como escribió Paul Verlaine– “est littérature”.

Las Disidencias en Letra Global.

Barcelona: medio siglo de ficciones y prodigios

carlosmarmol · 4 julio, 2025 ·

No acostumbra a considerarse, pero las obras de arte más fascinantes que existen son las ciudades. Al contrario que un poema, una novela, un cuadro, una melodía o una película, artefactos culturales encerrados sobre sí mismos, las ciudades están sometidas al cambio permanente y conviven –porque es parte de su naturaleza– con el caos, el desorden y el contraste. Ninguna tiene un autor único, a pesar de los anhelos de determinados arquitectos, devotos de la tábula rasa. Son obras colectivas, una suma (imperfecta) de voluntades, ambiciones, pecados y desgracias. Su rostro siempre es pasajero y fugitivo. En ellas el paisaje muta al compás del paisanaje. Si tuviéramos que describir su materia diríamos que, además de edificios, plazas, criaturas, sueños y trabajos, están hechas con la misma aleación de la existencia: el tiempo. Como las personas, algunas ciudades tienen distintas edades, aunque no cambien de nombre. 

Las Disidencias en Letra Global.

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Ilustraciones: Daniel Rosell