“Sabía que me estaba muriendo / algo en mí decía: / adelante, muérete, duerme, sé como ellos, acepta. / Entonces algo más en mi interior decía: no / conserva algo, por diminuto que sea / No se necesita mucho: basta una chispa / Una chispa puede prender fuego a todo un bosque / Sólo una chispa / Consérvala”. Estos versos de ‘Spark’, uno de los poemas de The Last Night of the Earth Poems, uno de los últimos libros que publicase en vida –dos años antes de que una leucemia, contra todo pronóstico, en lugar del alcohol, se lo llevase por delante, otorgándole así el regalo del eterno reposo y un asiento en el autobús de línea de la posteridad–, expresan, con esa poderosa mezcla de rotundidad y sencillez que caracteriza a su escritura, la larga y fértil odisea de Charles Bukowski (1920-1994), que se convirtió en escritor peleando siempre a la contra. Sin descanso. Sin suerte. Movido por su obstinación y una voluntad superlativa. Al mismo tiempo, recogen un consejo vital: hay que resistir los vientos y las mareas, sí, pero sobre todo aprender a lidiar con la ausencia de ambas cosas.
Las Disidencias en Letra Global.