“Quieres esconderte de la vida, pero la vida te encuentra y te aplasta”. Rafael Chirbes (1949-2015) anota esta frase, extraída del guión de la película Georgia, de Arthur Penn, en la gloriosa segunda entrega de sus diarios –A ratos perdidos 3 y 4 (Anagrama)–, que incluyen anotaciones de un arco temporal que comienza en 2005 y termina en 2007, ocho años antes de su muerte. En otro pasaje de estas memorias, donde el escritor resume sus días y sus noches, algunos viajes, muchas lecturas, gustos, disgustos y amarguras junto a breves, pasajeras y efímeras felicidades, se cuenta una visita (pseudo-profesional) a Hannover. Allí acude a una sala del rathaus de la ciudad alemana para ver una exposición sobre las representaciones de la urbe en cuatro momentos históricos distantes: el siglo XVIII, 1939, 1945 y 2005. Primero contempla, detenida en el tiempo, la Hannover antigua, encerrada en su almendra histórica. Después descubre los ensanches anteriores a la Segunda Guerra Mundial, donde la primerísima modernidad europea se manifiesta en armonía con la estampa histórica, provocando un efecto de sucesión casi genético: los distintos tiempos históricos se suceden sin violencia, de forma orgánica, igual que se entrelazan las existencias de los vivos con la herencia de los muertos. Unos años más tarde, tras la gran contienda, todo este patrimonio secular de piedra y tiempo ha desaparecido: el paisaje está lleno de escombros y la vieja estructura urbana se ha evaporado por la acción de las bombas y los combates. El desastre.
Las Disidencias en Letra Global.
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