José Rodríguez de la Borbolla, uno de los patriarcas históricos del socialismo andaluz, desalojado de la presidencia de Andalucía tras seis años de gobierno por su propio partido a comienzos de la década de los noventa, con 43 años, lo dejó dicho en una frase memorable: “Existe la vida política, la vida pública y la vida privada. La más importante de todas es la última; después, viene la segunda”. ¿Por qué? “Porque mientras participes en la vida pública, de una forma u otra, continúas haciendo política, con independencia de si ocupas o no un cargo”. Esta lección, aprendida por la generación política de la Transición que algunos creen haber enterrado, vuelve a estar plenamente vigente. Hasta el punto de tener más influencia incluso que la militancia, al menos en el caso de los políticos que han estado en primera fila. Este es el camino que, tras dejar la vicepresidencia del Gobierno y el liderazgo de Podemos, tomó Pablo Iglesias, entregado al agitprop mediático desde su plataforma en Canal Red. Y también, aunque con las lógicas variantes de carácter, perfil y estilo, parece que es la que se vislumbra en el ámbito de las derechas.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.