Montesquieu creía que en materia de leyes conviene imitar a la muerte y no aceptar excepciones. Tras avalar su idea proclamamos, sin dudarlo un punto, que en Sevilla somos inmortales. La ley rara vez se cumple en nuestra ciudad y más extraño aún es que las normas se apliquen como exigen las famosas trabajaderas cofrades: a todos por igual.
[La Noria del sábado en El Mundo Andalucía]
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