“Nuestra democracia tiene una sola falta grave: que no es democrática”. Nadie practicó mejor que G.K. Chesterton, el ingenioso escritor inglés al que leer equivale a ver el cielo cargado de estrellas en una hermosa noche de verano, la retórica –deslumbrante– de las paradojas. Escribió mucho (era periodista, no estaba delgado y practicaba las pasiones de la carne, como todo católico que se precie de serlo) y, en general, lo hizo de forma deslumbrante, pues no es una tarea menor ni sencilla –diríamos que se antoja milagrosa– combinar el humor y la ironía (made in England) con la severa profundidad de la teología. Fieramente independiente y convencido al mismo tiempo de sus creencias, Chesterton es una máquina de pensar que nunca renuncia a deleitarnos con esa forma de comicidad característica de los hombres sabios con los que se podrá estar o no de acuerdo, pero que, sin embargo, merecen nuestra atención.
Las Disidencias en The Objective.