Si aún estuviera vivo, a Gerald Brenan (1894-1987), escritor y viajero de origen británico nacido en Malta, una isla menor del Mediterráneo, y afincado durante años entre Granada, Sevilla y Málaga, una parte de la nueva izquierda idiota, que es aquella que sacrifica sus principios y suspende hasta su inteligencia para sentirse feliz dentro del sectarismo de los borregos, podría acusarle, con bastante probabilidad, de ser algo así como un protofascista español. La acusación, evidentemente, no se sustenta en hecho o dicho alguno –Brenan nació más de un cuarto de siglo antes de la fundación de Falange en el Teatro de la Comedia–, sino en la convención, ya habitual dada la colosal polarización de nuestra vida pública, de que quienes creen que España existe, y además persiste, encarnan poco menos que al Anticristo. Combatiente en las trincheras de la Primera Guerra Mundial y personaje lateral del grupo de los happy few de Bloomsbury, Brenan defendía y predicaba la homogeneidad del carácter español, en vez de concebir al país en el que se instaló por voluntad propia como una suma (confederada) de regionalismos primitivos. Una opinión heterodoxa, paradójicamente nacida de una ortodoxia previa, en estos tiempos que corren.
Las Disidencias en The Objective.