Hay que tener un coraje infinito para levantarse todos los días de la cama -si se tiene- y salir a la calle a buscarse la vida. Mucho más en Sevilla, que es una ciudad que nunca ha creído, ni siquiera para compadecerlos, en los perdedores; costumbre que explica su propia perdición.
La Noria de los lunes en El Mundo
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