El secreto íntimo de las novelas de James Ellroy se resume en pocas palabras: un día perdido de su adolescencia, marcada por el divorcio de sus progenitores y la muerte violenta de su madre, su Dalia negra, a manos de un sujeto criminal y desconocido, descubrió que los mecanismos que rigen el mundo que le habían enseñado –la honorabilidad, la rectitud, el amor al trabajo, el prestigio público– eran un mero decorado bajo el que palpitaba otro universo. El mundo no era bueno, ni hermoso, ni sagrado. Estaba regido por pulsiones irracionales –el deseo sexual, la voluntad de poder, la avaricia, la inmoralidad inherente al ser humano– que desmentían por completo la edulcorada imagen de la Norteamérica de los años cincuenta, cuando Estados Unidos inventó el sueño de una feliz Arcadia basada en el consumo que obviaba los estragos sociales derivados del capitalismo popular.
Las Disidencias en Letra Global.
