“Al leer ciertos pasajes de Las muertas, precisamente los más crueles y terribles, no podemos evitar la risa. El humorista es siempre un moralista. Serio como Buster Keaton, Ibargüengoitia nos hace reír. La risa es una defensa contra lo intolerable. También es una respuesta al absurdo. Una respuesta no menos absurda. Pues lo verdadermente cómico es que todo sea como es; la maldad es doblemente terrible porque no tiene pies ni cabeza”. Octavio Paz encontraba en Las muertas, sin duda la mejor novela del periodista y escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), una rarísima hibridación entre la ironía y la tragedia. El mestizaje bastardo del horror y lo risible. Hablamos de una obra maestra extraña: sostenida únicamente en las virtudes metafísicas –y desesperadas– del humor negro. La historia de un feminicidio, cometido por cuatro mujeres en el México de mediados del pasado siglo que es, a su vez, un retrato de una sociedad genéticamente corrupta y violenta y una reflexión sobre los contradictorios y misteriosos vínculos entre la verdad y la ficción.
Las Disidencias en Letra Global.