Un milagro no equivale a una obra, escribió Georges Duhamel, ilustre médico y poeta, héroe olvidado de la resistencia francesa. Conviene no olvidarlo ahora que muchos presentan al Molt Honorable Salvador Illa, nuevo presidente de la Generalitat, como el mesías de una normalidad que –de momento– no se adivina por ningún sitio. Es necesario pues insistir, dado que la actividad política se reduce ya únicamente a la propaganda, despreciando las tareas de gestión y, por tanto, los efectos que sus decisiones causan sobre la gente, que ninguno de los españoles (incluyendo todos los que viven en Cataluña) ha votado en ningún momento, ni por acción ni tampoco por omisión, ni siquiera por descuido, la entronización de la España plurinacional con la que nuestra adorable izquierda idiota –aquella que sacrifica los ideales republicanos por puro interés personal– anuncia, con una insistencia que denota su debilidad parlamentaria (en Madrid y en Barcelona), que el famoso procés es historia y las convulsas aguas políticas (en un país con sequía) vuelven a su cauce. ¡Qué más quisiéramos! La verdad es que el viejo río continúa arrastrando mucho barro, aunque, como profetizó Heráclito, no sea exactamente el mismo fango de ayer.
Los Aguafuertes en Crónica Global.