Juan Benet Goitia (1927-1993) aspiraba, igual que casi todos los autores que le interesaron en su condición de lector obsesivo, a ser un escritor con eso que se llama grand style. Dueño de una escritura capaz de provocar emoción a través del lenguaje. La expresión no se refiere, necesariamente, a una prosa de cincel, floreada, cargada de adjetivos o presa de las espirales metafóricas. Hablamos de otra cosa distinta: convertir una narración en un hecho memorable y levantar (desde la nada) un mundo ficticio y autónomo que, aunque pueda remitir a la realidad más concreta, cobre vida gracias a la magia del artificio verbal. En determinados libros –Volverás a Región, Herrumbrosas lanzas, la ‘Barojiana’ de Otoño en Madrid hacia 1950, quizás también en la incomprendida Saúl ante Samuel– consiguió alcanzar este grado de persuasión retórica, no sin pasar antes por un proceso de aprendizaje o destilación.
Las Disidencias en The Objective.