Si la vida es como un viaje, el arte de la memoria, que es el que todos, en mayor o menor grado, practicamos a medida que vamos cumpliendo años, gastando los días e incendiando las madrugadas, consiste en recordar nuestro trayecto una vez que éste ya ha sucedido y dejando de lado los desvíos del camino principal. La existencia carece de exordio pero se asemeja bastante a una divagación, aunque el tiempo, antes de aniquilarnos, nos permita el privilegio de escribir nuestra propia novela, que es la que –sin duda– nos sobrevivirá porque quienes saben nuestras digresiones y particulares traiciones también serán presos del olvido. Para algunos –los individuos notables– el resumen de una vida se comprime en las escuetas frases de su biografía. Estirpe, hazañas, hijos, hechos. Otros, con menos fortuna, como les sucede a los poetas menores, se convierten en una simple nota al pie en una bibliografía. Aún más son los que ni siquiera disfrutan de estos minúsculos honores, quienes pasan por este mundo sin dejar excesivo recuerdo, salvo entre los cercanos.
Las Disidencias en Letra Global.

