Va siendo hora de que alguien lo diga: en Sevilla no tenemos alcalde. Lo sé: piensan que me equivoco. Miran la web del Ayuntamiento y allí, retratado y sonriente, sale Juan Espadas, nuestro querido quietista, con el título de regidor pacífico; oficialmente es socialista pero tiene querencia por la derecha sociológica. Se debe a la serenidad de la poltrona: enseguida asumes aquello que criticabas -como hacen todos los grandes conservadores- y te convences de que lo mejor que puede hacer uno para no tener problemas es no ir ni al baño. Ya lo dice el sabio refrán: camarón que se mueve, se lo lleva la corriente. Es cierto: los signos exteriores indican que nuestro admirado mosén es el alcalde de la Muy Leal y Muy Noble. Lo sabemos perfectamente. Pero no es cierto: nuestro primer edil es una estatua.
La ciudad registradora
La Noria del miércoles en El Mundo.
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