Sevilla tiene la costumbre de convertirlo todo en una cofradía. El canon tradicional, que sólo representa a una parte de lo que con esfuerzo todavía podemos reconocer como el hogar, se ha consolidado en el imaginario colectivo con tal intensidad que ocurra lo que ocurra, y con independencia de su significado, nuestras instituciones, que no son más que la expresión decorativa de la ciudad oficial, aplican el mismo formato de manifestación pública -un cortejo que desfila con tiempo tasado- sin importarle demasiado si se trata de una fiesta o de un entierro.
La Noria del lunes en El Mundo
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