En sus Genuinos caracteres en verso y prosa, una guía sobre los arquetipos humanos de la Inglaterra de mediados del siglo XVII, Samuel Butler, clérigo sin excesivo entusiasmo, afable juez de paz y poeta burlesco, escribe acerca del político moderno: “Cree que no hay manera más fácil y segura de avanzar en la vida que enriquecerse por defraudar al público: el robo público es más seguro que el robo privado y se persigue mucho menos, igual que los robos cometidos de noche. La dificultad consiste en obtener la confianza; una vez conseguida, el negocio sale redondo y, en caso de tener que rendir cuentas, el indulto resulta tan barato que la comisión no supone más que el diez por ciento”. Parece un párrafo escrito para el avatar crepuscular de José Antonio Griñán, condenado primero por la Audiencia de Sevilla, y después en el Supremo, por dos delitos –prevaricación y malversación– a cuenta del escándalo de los ERE.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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