La vida pública es como una moneda. Dos caras y un canto. Por un lado está la máscara social, concebida para la convivencia en comunidad; por otro, el inevitable rostro de la verdad. Algunos se pasan la existencia haciendo girar la moneda de su identidad desde el anverso al reverso, según conveniencia; intentando que ambas imágenes no coincidan jamás a la vista de los otros, para los que reservan el mejor de sus perfiles.
La Noria de los sábados en El Mundo.
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