Shakespeare escribió que todos lloramos al nacer porque, sin que aún se haya desarrollado nuestro cerebro, intuimos desde el primer momento que acabamos de entrar (a la fuerza) en un mundo lleno por dementes. No debe ser por esto, sino debido a eso que llaman emoción –y nosotros designamos como incontinencia–, por lo que varias de las ministras del gabinete sanchista (que básicamente es el mismo que antes si no fuera porque ahora debe obedecer también los deseos de vanidad del Napoleoncito de Waterloo) lloraron con generosidad, casi como si no hubiera mañana, en el ritual del traspaso de las carteras (las nuestras).Sor Yolanda del Ferrol, cuyos súbitos ataques de ternura han comenzado a inquietar hasta a su círculo más estrecho, se acordó de su familia antes de hacer pucheros, intentando mantener incólume la célebre sonrisa que tanto nos recuerda a la del famoso gato de Alicia (en el país de las maravillas).
Los Aguafuertes en Crónica Global.