“La vida parece un boceto. Pero boceto no es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para la nada, un borrador sin cuadro”. Milan Kundera (1929-2023) escribió estas palabras, por la persona interpuesta de un personaje de ficción, en La insoportable levedad del ser (1984), su novela más conocida y, probablemente, la que lo consagró como novelista internacional. En el libro, cuyo título nunca gustó a Gallimard, su editor francés, Kundera reflexiona sobre las dudas existenciales en el seno de una relación de pareja, inmersa en una atmósfera generosa en digresiones y con vocación trascendente. En el libro, sin embargo, no queda del todo claro, como suele suceder casi siempre en el caso de los buenos novelistas, que trabajan desde el espacio indefinido de la ambigüedad, si se trata de una historia triste o cómica. Igual que el Quijote, puede leerse de forma agónica, como un drama existencial; o irónica, a la manera una de comedia sobre el exceso de trascendencia. Y de ambas maneras.
Las Disidencias en Letra Global.