El sanchismo, al que algunos de sus fieles devotos adjudican asombrosas capacidades taumatúrgicas, sobre todo a la hora de cambiar de opinión, mentir con descaro y convertir la democracia española, imperfecta y necesitada de una urgente reforma, en la antesala de una autocracia de corte personalista con una cáscara asamblearia, donde sólo cuenta el halago y las críticas son entendidas como agresiones, carece de sofisticación. Su capacidad para corromper los principios morales más básicos y disfrutar de adhesiones marciales se basa en una fórmula troppo sencilla. La formuló Jorge Luis Borges al hablar de los peronistas: “Mire, yo detesto a los comunistas, pero, por lo menos, ellos tienen una teoría. Los peronistas, en cambio, son unos snobs. Los peronistas no son ni buenos, ni malos; sencillamente son incorregibles”.
Los Aguafuertes en Crónica Global.