Todo lo que un escritor necesita decir puede resumirse en una frase –es el caso de un buen verso– o escribiendo un libro de cientos de páginas. La diferencia entre estas dos formas de expresión radica en el talento para la condensación verbal y en la capacidad de síntesis del autor, dos factores que en literatura, igual que la sinceridad, importan. Escribir libros cortos suele ser, en contra de lo que se piensa, mucho más difícil que escribir obras largas. La limitación de espacio es un reto sanísimo para un escritor, además de expresar un acto de cortesía con el lector. Borges, como es sabido, fue uno de los grandes escritores del pasado siglo (junto a Kafka) y jamás escribió una historia que superase las diez páginas. Tampoco cayó nunca en la tentación de la novela: basta leer un poema suyo, o sus colosales relatos, para descubrir el portento y el ingenio que pueden esconder las miniaturas literarias.
Las Disidencias en Letra Global.