De las innumerables formas en las que puede describirse a un hombre, y son legión, a Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), cuyo nombre acostumbra a venir antecedido del don, como si el tratamiento de respeto y la admiración en su caso fueran un sello de serie, igual que el haz que contiene los rasgos genéticos, le cuadraría el de sabio entre dos ingenuidades. Maestro de la filología, historiador de fuste, medievalista esforzado, su figura se presta a una biografía de época: la España que discurre, entre calamidades y alegrías, entre el último tercio del siglo XIX y el estallido del mayo francés, tras el cual se despidió de este mundo como burlándose de la lógica de los números redondos, con 99 años exactos, justo antes de alcanzar el siglo. No fue su única singularidad: otra consiste en haber pertenecido –sin que muchos lo recuerden– a la Generación del 98, que es la que estrena la Edad de Plata de la cultura española.
Las Disidencias en The Objective.