Nunca fumó, pero dentro de unas horas su cuerpo desaparecerá de este mundo para convertirse en humus (o en humo) y alimentar así la rueda, quisiéramos creer que eterna, de las transformaciones.Quienes tuvimos las suerte de conocerlo no hemos dejado de hacernos la misma pregunta: “¿Por qué?”. Por supuesto, no encontramos respuesta, salvo la aceptación estoica. Desde que el primer hombre de la especie fatigase un día la tierra, descubriendo con sorpresa el sonido de sus pasos sobre la arena del planeta –esa noria colosal que no deja de girar, pero que todos los días se detiene para alguien en concreto, cobrándose cada jornada vidas ajenas, como si respondiera al mecanismo de un artefacto de tortura– la muerte no ha dejado de confirmar la descripción de Calderón de la Barca: “[La muerte] siempre es temprana y no perdona a nadie”. Tampoco a los mejores.
Los Aguafuertes en Crónica Global.