A veces los mitos de la infancia anuncian –y escriben con renglones torcidos– el desenlace de nuestra propia existencia. En el primer tomo de su fantástica autobiografía (razonada) –Mira por dónde (Taurus)– Fernando Savater (San Sebastián, 1947) dedica todo un capítulo a contar la honda fascinación que desde joven sintió por el periodismo, entendido como el ejercicio (siempre tormentoso) del articulismo con criterio propio. Su confesión comienza con una imagen poderosísima: la célebre voladura del diario Madrid, acaso el primer periódico que, desde dentro de las familias ideológicas del tardofranquismo, a través de un selecto grupo de intelectuales del Opus, intentó ensayar una línea editorial reformista con una cierta vocación aperturista. La crítica leal suele ser mucho peor tolerada que la que se tiene por desleal, al venir de quienes están más cerca y presuntamente a favor. Ni los autócratas, ni los monarcas absolutistas ni las tribus de fanáticos toleran el humor o entienden la noble esencia de la lealtad: exigen gravedad, fidelidad y sumisión.
Las Disidencias en Letra Global.