Digámoslo sin rodeos y desde el comienzo: la moción de censura que permitirá a Ramón Tamames, eminencia económica, profesor universitario y político veterano que ha pasado sin conflictos, sin quebrantos y, en general, sin mucha suerte por distintas marcas ideológicas, desde el PCE al CDS, postularse como alternativa virtual a Pedro Sánchez (ahora de la mano de Vox), es una obra de arte. La prueba indiscutible es su fértil ambigüedad. Todavía no está claro si la representación que veremos en el Congreso pertenecerá al género de la tragedia o de la comedia, aunque ya se sabe: la paciente suma de la primera con el concurso del factor temporal siempre arroja como resultado la segunda. Y el humor, conviene no olvidarlo, es una filosofía bastante seria. A veces alcanza la condición de metafísica camuflada. Los ultramontanos, que en las lides teatrales son unos bisoños, han caído en la inteligente celada de Dragó & Cía, viejos enamorados de sí mismos, igual que los eternos adolescentes que nunca han dejado de ser, y han terminado aceptando ser el instrumento de una puesta en escena donde lo que se va a dirimir no va a ser el grado de acuerdo entre el candidato y el partido ultraderechista. Tampoco la posibilidad, como últimamente escandaliza a tantos, de que los principios de Tamames sean como las fichas de un dominó, que igual caen de un lado que del contrario, justificando ahora una cosa y mañana la contraria.
Los Aguafuertes en Crónica Global.