Admiradísimos niños, estimadas niñas y presuntos niñes. Como ya deberían saber todos ustedes –permítanme, por un instante, que recurra a esta vieja forma (impersonal, pero no por completo) de cortesía que consiste en llamar de usted a las personas a las conocemos pero no sabemos bien quiénes son (lo cierto es no hay nada más difícil en esta vida)– habitamos en un mundo que se encuentra amenazado por el cambio climático, donde el capitalismo financiero, ese señor que no tiene corazón, sino cartera, gobierna nuestras vidas; los políticos, especialmente los de izquierdas, no dejan de subirnos los impuestos –para luchar contra el imperialismo (por decirlo a la manera de Fidel Castro) justo antes de sumarse a él–, todos los empleos se han convertido en basura (eso sí: orgánica) y tener una vivienda en propiedad, ese antiguo anhelo burgués, resulta una misión imposible. Ahora hablamos con máquinas en vez de hacerlo con personas. Preferimos ver las pantallas iluminadas de nuestros móviles en lugar de mirar al cielo.
Los Aguafuertes en Crónica Global.