Toda biografía es una forma de extraño viaje, en el tiempo y en el espacio, geográfico o mental, y cualquier existencia, incluso la más modesta, puede ordenarse mediante una forma narrativa (lo que nos contamos a nosotros mismos sobre aquellos que somos o quienes que un día anhelamos ser) equivalente a una novela. Mario Vargas Llosa (1936-2025) escribió cinco indiscutibles grandes obras maestras de ficción –La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966), Conversación en la Catedral (1969), La guerra del fin del mundo (1981) y La fiesta del chivo (2000)– y unos ensayos literarios que pueden calificarse, sin exagerar, como milagrosos, además de adentrarse en otros géneros, como las memorias o el teatro, incluyendo el ejercicio (juvenil primero; de madurez) del periodismo. Pero el relato supremo que otorga sentido a sus narraciones es el que vincula sus experiencias con sus libros, sus afanes y sus trabajos, sus placeres y sus días, por decirlo al modo de Proust.
Las Disidencias en Letra Global.