Suiza tiene fama de ser un sitio civilizado cuyos mayores atributos son la neutralidad política, el secreto bancario, la perfección de sus relojes, la calidad de sus chocolates y la excelencia de sus quesos. Las estadísticas lo sitúan como uno de los países más ricos del orbe a pesar de su discreto tamaño y su diversidad cultural. No siempre la estampa alpina fue perfecta. En 1536, en Ginebra, la reforma protestante iniciada en Alemania por Lutero se había convertido en un nuevo poder terrenal –con respecto a Roma– y sojuzgaba a aquellos que apenas unos años antes había prometido liberar de la pérfida élite católica, corrupta como sólo pueden serlo las organizaciones hechas por el hombre al amparo de la representación de Dios.
Las Disidencias del domingo en #Letra Global.
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