Las firmó con seudónimo. Anglosajón, por supuesto: Vernon Sullivan. Quizás lo hizo para ocultar su verdadero nombre, que era aparentemente ruso pero, en realidad, no dejó en ningún momento de ser francés. Boris Vian (1920-1959). Un loco. Un surrealista menor. Un visionario. Las publicó alrededor de los años cincuenta, cuando la capacidad creativa general, del tiempo histórico, por así decirlo, era más fecunda e interesante que ahora. Me refiero a una serie de novelas negras, en apariencia policíacas, entre las que se encuentra Con las mujeres no hay manera (Alianza Editorial), obra menor en extensión y pretensiones que, sin embargo, es lo más refrescante que ha caído en mis manos últimamente. Nada que ver con los aires lúgubres de eternidad que alumbran algunas de las novelas de moda.
Archivo de abril 2015
Lunes de Pentecostés
Lo vimos venir el primer día, que fue exactamente el día después. Una semana más tarde ya podemos afirmarlo sin riesgo de error: no se ha enterado de nada. El análisis de los resultados electorales es un interesante ejercicio de equilibrismo argumental en el que los partidos políticos -apocalípticos e integrados- pretenden que los demás comulguemos con sus habituales ruedas de molino y aceptemos, sin temblar ni pensar, las interpretaciones que más convienen a sus intereses.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.